Cádiz lleva milenios siendo la encrucijada de la historia marítima de Occidente. Pero muchísimo antes de la llegada de los fenicios a tierras gaditanas, este lugar fue un punto estratégico para el desarrollo geológico de toda la cuenca mediterránea. Si tuviéramos que poner un punto de partida para conocer desde cuándo este enclave geográfico ha sido determinante, sin duda lo situaríamos hace 5,33 millones de años, ¿queréis saber por qué?. 

  ¿Sabíais que no siempre el Mediterráneo estuvo en contacto con el Atlántico? La unión de ambas masas de agua ha pasado por distintas etapas según como fuese el relieve del Arco de Gibraltar y como se encontrase el nivel del mar. Hace 6 millones de años había unión entre ambos mares, aunque el estrecho no presentaba el relieve que vemos en la actualidad. Pero entre 5.96 y 5.33 millones de años se produjo la desconexión marina y el Mediterráneo quedó aislado del Atlántico. Dicho evento pudo ocurrir por causas tectónicas o bien por un descenso acusado del nivel del mar. El caso es que una vez que se quedó sin su hermano el Atlántico, el Mediterráneo se las tuvo que apañar para sobrevivir por su cuenta.

  Todas las masas de agua sufren el desgaste invisible pero letal de la evaporación, aunque esto nunca hubiese resultado un grave problema si los ríos que nutrían el mar enclaustrado hubieran mantenido el nivel. Pero no fue así. Por ello la sal que se acumuló formó grandes depósitos en el fondo marino hasta que poco a poco se desecó, y entonces el mar quedó convertido en un inmenso desierto de 1.500 metros de profundidad con alguna que otra lagunilla de mínima importancia. Este período en el que el Mediterráneo no fue más que un desierto de sal se conoce en geología como Crisis Salina del Messiniense.


"Pero entre 5.96 y 5.33 millones de años se produjo la desconexión marina y el Mediterráneo quedó aislado del Atlántico". 


  Después de que transcurrieran trescientos mil años ocurriría algo realmente espectacular, un fenómeno alucinante que casi parece sacado de un guión de Hoollywood. No se sabe bien qué aconteció exactamente en el Estrecho de Gibraltar: pudo ser un movimiento tectónico, quizás la acción erosiva de un conjunto de ríos que cruzasen el lugar o incluso el resultado de un enorme tsunami que consiguió saltar el muro; pero lo que hoy día tenemos claro, con casi con total certeza, es que un inmenso caudal de agua se abrió paso a través de la barrera de tierra y logró cruzar al otro lado: al fantasmal Mediterráneo, un deshidratado e inmenso terreno que llevaba miles de años sirviendo de hogar para multitud de especies animales y vegetales del reino terrestre.

  Hasta hace muy poco los científicos creían que el proceso de inundación había tenido una duración de varios miles de años. Sin embargo, estudios recientes vienen a decirnos que el llenado de la inmensa piscina fue muchísimo más rápido y apocalíptico de lo que creíamos.

  No sabemos a ciencia cierta la razón de tal potencia de transferencia de caudal, pero muy probablemente se debió al desnivel existente en el estrecho, ya que en el lado mediterráneo existía una pendiente de cerca de 1.500 metros, así que esto hizo multiplicar la fuerza de la escorrentía generando una inundación de dimensiones bíblicas. La forma del brazo marino tuvo que ser parecida, no tanto a una inmensa cascada, sino a un extenso megarrápido de aspecto terrorífico.

  Si existe un río con muchísimo caudal en la actualidad ese es el Amazonas, una descomunal arteria de agua que impone respeto allá por donde discurre. Pues comparando el caudal del Amazonas con el cañón a presión en el que se convirtió el Estrecho de Gibraltar, el río sudamericano no parece mucho más que un hilillo de agua, ya que el trasvase Atlántico-Mediterráneo llegó a tener mil veces más caudal y una velocidad de varios cientos de kilómetros por hora. ¿Cómo sería semejante trasvase natural, que consiguió llenar el espacio Mediterráneo en un tiempo estimado de entre varios meses y un máximo de dos años?.


"La inundación fue a tal velocidad, que a Noé no le hubiese dado tiempo ni a clavar los primeros maderos para hacer su arca"


  Fijaos la erosión que provocó dicha corriente de agua, que hoy día, en el fondo marino del Estrecho de Gibraltar, existe una huella en forma de canal de más de doscientos kilómetros de anchura y, nada menos que, quinientos metros de profundidad. De hecho esta es la prueba que los científicos esgrimen para argumentar que el llenado del Mediterráneo fue infinitamente más rápido y de magnitud mucho más colosal de lo que durante siempre se ha creído.

  ¿Os imagináis las imágenes espectaculares que se darían durante dicho suceso? Y es que la inundación fue a tal velocidad, que a Noé no le hubiese dado tiempo ni a clavar los primeros maderos para hacer su arca, ya que los estudios han determinado que todos los días el nivel del mar debió subir diez metros. Para que os hagáis una idea de la velocidad de subida, pensad solamente que hoy, y en pleno deshielo del Ártico, el mar se eleva apenas unos 2,5 mm al año, y aún así es una cifra innegablemente alarmante.

  Ese sería el primer momento en el que nuestra ubicación geográfica jugaría un momento crucial para la historia geológica de toda la cuenca mediterránea, ya que el llenado de la inmensa bañera que hoy conocemos como Mediterráneo, y que con el pasar de los milenios se transformaría en un espacio no solamente geográfico, sino también cultural, se efectuó justamente a través de un lugar muy conocido por todos los gaditanos: el Estrecho de Gibraltar.

 Fue por Cádiz por donde, antes que los fenicios y los romanos, pasaron todos esos millones de litros de agua a los que la Historia les pondría nombre: Mare Nostrum.