Los yacimientos más relevantes del neolítico gaditano


Embarcadero del Rio Palmones

Reconstrucción de poblado neolítico
Reconstrucción de poblado neolítico

 

  Embarcadero del río Palmones refleja un alto característico de un grupo que ha realizado actividades de caza, recolección de productos vegetales y marisqueo. Este asentamiento evidencia la presencia de enclaves situados al aire libre en la bahía de Algeciras, de comunidades que desarrollan un modo de vida basado en la caza, recolección y marisqueo.

   Río Palmones es diferente a El Retamar, pues allí con una tecnología igualmente microlaminar y geométrica de base epipaleolítica, se documenta una comunidad pescadora y mariscadora, pero que tiene ya indicios de nuevas formas económicas de producción. Por otro lado, el espacio ocupado por El Retamar es mucho mayor, indicando frecuentaciones regulares, mientras Embarcadero del río Palmones es un lugar mucho más reducido, producto de una ocupación en dimensiones reducidas, que ha documentado unas prácticas para uso doméstico, como para la preparación de herramientas, para proyectiles -microlíticos de caza.

El Retamar

Reconstrucción de poblado neolítico
Reconstrucción de poblado neolítico

  El Retamar (Puerto Real) muestra evidencias de un asentamiento de ocupación estacional para el desarrollo de actividades pesqueras, realizándose en él tareas de procesamiento, transformación y consumo.

   La tecnología lítica, cerámica y las áreas de actividad y consumo detectadas tendrían que ver con procesos de trabajo relacionados con la producción y el consumo de alimentos. Los enterramientos serían una manifestación de la frecuentación del territorio inmediato, con el objetivo de conseguir peces y moluscos con regularidad estacional. Se ha considerado que esto estaría en el marco de unas actividades comunitarias, sin que se hayan apreciado productos que indicaran una diferenciación social del trabajo, ni ninguna distinción social en los enterramientos.

  El estudio de la malacofauna (restos de conchas) ha proporcionado numerosos bivalvos y gasterópodos. Todas las especies fueron consumidas, y procedían de la zona intermareal o de aguas someras, en fondos arenosos y fangosos.

  En la ictiofauna domina el consumo de la dorada (Sparus aurata), mientras que las otras seis especies serían de consumo puntual: cazón, atún rojo, cuya captura se haría en otoño durante la migración de vuelta, corvina, mojarras o sargos -especie que vive en aguas próximas a la costa-, Lithognathus mormyrus -aguas litorales de fondos arenosos-. Las doradas viven en aguas someras y de alta salinidad (bahía de Cádiz). Son especies de un marcado carácter litoral. Las especies pelágicas, corvina o atún, realizan migraciones periódicas de aproximación a la costa durante la época de freza. El hecho de que domine la dorada sobre las demás especies se ha interpretado como la posibilidad de que los métodos de captura fueron mediante anzuelos o arpones, lo que incide en la fabricación de microlitos geométricos para su enmangue en arpones en el mismo asentamiento.

Ilustración de Jacob Muller
Ilustración de Jacob Muller

  Los arqueólogos que han trabajado en esta excavación han sugerido que en él se han usado técnicas de capturas para el marisqueo de los elementos encontrados. En el caso de los moluscos, consistirían en pequeñas excavaciones en el sustrato arenoso-fangoso donde habitan los mismos, haciendo uso de un palo excavador o bien mediante cantos tallados de cuarcita y sílex para las especies cuyo hábitat se desarrolla en medios rocosos.

 

  Son escasos los restos de crustáceos (cangrejos y erizos de mar) que se han hallado debido a la fragilidad y el tamaño de sus partes anatómicas, pero su registro en El Retamar nos hace pensar que en dicho asentamiento fueron consumidos.

  Las especies de fauna terrestre documentadas en el yacimiento de El Retamar son: Equus sp., Bos taurus, Cervus elaphus, Sus domesticus, Capra hircus, Ovis aries, Canis familiaris, Oryctolagus cuniculus, Lepus capensis y Alectoris rufa.

  Entre las especies cazadas están tanto las de caza menor (liebre, conejo y aves), como mayor (ciervo). Las piezas serían llevadas enteras al yacimiento y se distribuirían entre las diferentes estructuras para su consumo posterior. La caza se realizaría en otoño, que es cuando el ciervo baja del monte a las zonas de pastos abiertos donde suelen vivir las hembras. La fauna domesticada se dedicaría al autoabastecimiento. Los ovicápridos y la vaca cubrirían sus necesidades de leche. Además de la leche, la pequeña cabaña doméstica aportaría productos secundarios como lana y medios de transporte y carga (caballo y vaca).

  En El Retamar el análisis antracológico desvela la presencia de Quercus de hoja caduca, Olea europaea, Phillyrea sp. (Filaria) y Leguminosas t. Cytisus (Retama). En menor medida Pistacia lentiscus (Lentisco) y Quercus t. Ilex (Encina). De esta forma se combinan maderas de ignición unidas a las de combustión lenta en los hogares, lo que podría relacionarse con el ahumado de algunas especies de peces.

 

 

  Por tanto El Retamar corresponde a un yacimiento con una ocupación estacional, dedicado a la explotación de los recursos marinos y que posiblemente fuera dependiente y/o sincrónica de las aldeas situadas al interior. La mayoría de las especies capturadas fueron consumidas en este asentamiento estacional, aunque no es descartable el ahumado de algunas especies de peces para un consumo posterior.

La Esparragosa

Almeja fina (Rudipates decussatus)
Almeja fina (Rudipates decussatus)

  Este yacimiento se encuentra en Chiclana de la Frontera, en un área donde siempre han abundado los recursos marinos. Este asentamiento se encuadra dentro de los denominados “campos de silos” que aparecen en la región de la Baja Andalucía entre el 3500 y el 2800 a.n.e.

  La intensificación de las actividades agropastoriles no conllevará el abandono de la explotación de los recursos marinos, que seguirán siendo muy importantes tanto en el aspecto económico como ideológico.

  El hallazgo más sobresaliente que salió a la luz en este yacimiento fueron los restos humanos encontrados en el interior de una fosa que se encontraba cubierta con 477 ejemplares de conchas de almeja fina (Rudipates decussatus), lo que se relaciona con algún tipo de consumo ritual. El estudio antropológico que se llevó a cabo determinó que se trata de una mujer de edad adulta con una edad superior a los 20 años. Sabemos, incluso, que se trataba de una persona de aspecto grácil y con una mandíbula con mentón pequeño y poco prominente.

  Gracias a los restos de fauna que se han encontrado en el registro arqueológico podemos conocer qué especies de animales tenían estas sociedades para la explotación ganadera. La cabaña ovicaprina y porcina llegaba hasta casi el 70% de la fauna consumida, frente a un 30% de fauna silvestre representada fundamentalmente por ciervos. Es de resaltar la presencia de restos pertenecientes a un perro, cuya presencia también se atestigua a tenor de las marcas de mordeduras encontradas en restos óseos.

  A tenor de los numerosos restos de malacofauna que se han descubierto, se evidencia un profundo conocimiento  del medio marino por parte de la comunidad estudiada.

 

  El interrogante más interesante – desde mí interés subjetivo - que arroja este yacimiento es el sentido que pudo tener las conchas de almejas que cubrían los restos de la chica enterrada. Hallazgos similares, siempre con cuerpos de mujeres, se han relacionado con un sentido de asociación de la fertilidad a las almejas. Pero faltan más enterramientos similares en la Baja Andalucía para poder sacar conclusiones más claras. Y además está el hecho de encontrarse las almejas abiertas, por lo que quizás pudo estar más bien en consonancia con un consumo ritualístico.

Campo de Hockey


Jacob Muller
Jacob Muller

  Hablar de este yacimiento es hacerlo de una de las excavaciones arqueológicas más interesantes del neolítico andaluz que se han llevado a cabo en la última década. En la actualidad este enclave se encuentra en San Fernando, rodeado de salinas y esteros, pero hace 6.000 años se trataba de una de las islas que componían el archipiélago gaditano de las Gadeiras. Se trata del primer poblado estable conocido en la Bahía de Cádiz. Se cree que llegó a tener 300 años de vida, aunque faltan estudios que lo corroboren.

 

   Los restos más significativos de este yacimiento han sido datados entre el V milenio a.c. y el IV milenio a.c. Las estructuras aparecidas son diversas y, en su conjunto, muy interesantes, pues se ha podido sacar a la luz una zona de fondos de cabaña, otra de pozos de almacenaje y la más fascinante de todas, una gran necrópolis con enterramientos en fosa que, por su singularidad, es una de las necrópolis neolíticas más interesantes de España. Para la arqueología es sumamente importante el hallazgo de restos óseos humanos, pues gracias a las modernas técnicas científicas de análisis antropológicos se puede obtener muchísima información sobre cómo vivieron aquellas personas. Por ello, este yacimiento es una auténtica mina de oro, pues no sólo se han encontrado un gran número de tumbas sino que el estado de conservación de los huesos es muy bueno. 



Fotografía y dibujo de planta de la tumba de "Los Enamorados". Eduardo Vijande
Fotografía y dibujo de planta de la tumba de "Los Enamorados". Eduardo Vijande

  Hay varias razones que hacen de esta necrópolis un hallazgo muy singular: en primer lugar, se trata de una necrópolis perfectamente planificada, con presencia de túmulos y lajas verticales que han impedido la construcción de unos enterramientos sobre otros. En segundo lugar, aquí no abundan los enterramientos colectivos propios de los monumentos megalíticos, sino inhumaciones individuales, con los sujetos depositados en posición fetal, y recostados sobre el lado derecho o izquierdo, con las manos ubicadas a la altura del pecho o bajo el rostro. Únicamente se han documentado tres enterramientos dobles y dos triples. Esto permite la constatación de una variada tipología funeraria y la localización in situ de los ajuares, lo que facilita constatar inferencias relativas a las desigualdades sociales entre unos inhumados y otros en función del tipo de estructura funeraria y ajuar. Para los arqueólogos es muy positivo el alto número de individuos localizados, pues permiten poder llevar a cabo un estudio antropológico que ofrezca datos pormenorizados sobre la comunidad.

  En tres de los individuos encontrados se ha detectado presencia de pigmento rojizo (ocre), sustancia a la que se le atribuye un alto contenido simbólico, aunque también un posible uso antiséptico y desodorante.

  Pero de entre todas las inhumaciones excavadas, hay una que ha llamado poderosamente la atención de los medios de comunicación por su carácter absolutamente singular y romántico. Y es que en una de las tumbas aparecieron nada menos que dos esqueletos abrazados cual dos enamorados. Frente a frente, como si acabasen de fallecer. Como si recién se hubiesen abrazado para estar unidos hasta la posteridad. Un abrazo antiguo, muy antiguo. Un abrazo neolítico que había dormido durante milenios hasta que el equipo de excavación lo hizo volver a la luz.

  Nada sabemos sobre quiénes serían aquellas personas ni por qué, exactamente, habían sido enterradas en esa postura. Pero de lo que no cabe duda es de que se trata de un descubrimiento muy novelesco e importante a la hora de dar a conocer la grandeza de este yacimiento. Pues, a veces, los fríos datos científicos no calan tan bien en nuestra sensibilidad como la imagen hermosa a la vez que impactante de esas dos personas abrazadas. De esos dos enamorados que ya caminan juntos para siempre en la eternidad de las estrellas.

  Y por si no fuera poca suerte hallar tantos restos humanos, también hay que sumar la presencia de ajuares, que aunque en un porcentaje muy pequeño respecto al número total de tumbas, aporta información de gran relevancia. Ya que se han descubierto productos exóticos, tales como la variscita, el ámbar, la turquesa o pulimentos alóctonos, que nos muestran incipientes procesos de desigualdad social y la innegable existencia de redes de distribución. Que se hayan encontrado elementos exóticos nos indica que en dichas sociedades neolíticas había ya un conocimiento de técnicas básicas de navegación. Hay que resaltar que el yacimiento se ubicaba en un territorio netamente insular separado del continente por varios cientos de metros, por tanto, el desplazamiento por mar debió constituir una actividad común para estas sociedades, siendo esencial para la redistribución de todo tipo de productos.

  La industria lítica asociada a este yacimiento se caracteriza por su reducido tamaño, con raspadores, buriles, taladros, láminas de borde abatido, etc. Se relaciona la presencia de microlitos geométricos con prácticas de caza menor y pesca, ya que sirven como elementos de armadura para arpones y flechas. La elevada presencia de lustre de cereal es indicativo de la importancia de la actividad agrícola.

 

  La cerámica  hallada se encuentra muy fragmentada y se corresponde con un amplio catálogo de formas: ollas, cuencos, platos, vasos, etc. La cerámica decorada suele ser de tipo incisa, con presencia de impresas, acanaladas o de cordones aplicados.

  La fauna marina está muy presente, con una gran variabilidad de hasta 48 especies distintas identificadas, entre bivalvos, gasterópodos, crustáceos, cefalópodos y cidiarios. La captura de moluscos indica la presencia de ambiente costero, sobre todo playa, usándose para su recolección técnicas de marisqueo, mediante el uso de algún tipo de artilugio como un rastrillo, palo cavador o cantos tallados para especies de hábitats con sustratos rocosos, como el mejillón o la lapa. Los recursos marinos también tuvieron un fin ornamental, demostrado por la presencia de conchas de moluscos como caracoles marinos horadadas para ser empleadas a modo de collar. Es reseñable el doble uso que se le daba a la especie Ruditapes decussatus, primero como alimento y luego como herramienta para tareas de raspado de pieles. Especies como la Zonaria Pyrum, Cerithium vulgatum o Hinia reticulaus han servido como elementos de adornos en collares.

  Llegados a este punto es preciso resaltar algo que hace de este yacimiento aún más especial si cabe, y es que son muchos los contextos arqueológicos neolíticos españoles donde se han hallado instrumental de restos arqueomalacológicos, pero sólo en Campo de Hockey, y, en otro yacimiento gaditano llamado Parralejos (Vejer de la Frontera), se han aplicado en Andalucía avanzadas técnicas de identificación a través de metodología de análisis funcional. Dicha técnica consiste en la aplicación de metodología de observación microscópica y macroscópica y la experimentación analítica.

 

  Los resultados obtenidos permiten conocer para qué fueron usadas las herramientas construidas con material malacológico, qué materiales trabajó y durante cuánto tiempo fueron operativas.

  En síntesis, podemos decir que estamos ante un poblado estable, con desarrollo de actividades agrícolas y ganaderas, con carácter insular y explotación de recursos marinos. La necrópolis nos evidencia la territorialización definitiva del grupo y la aparición de nuevas relaciones de producción y reproducción basadas en el linaje. Suponen una muestra clara del establecimiento de estos grupos en zonas costeras , muy aptas para la actividad agroganadera, pero también repletas de posibilidades para la explotación pesquera.

 

  Este enclave no se eligió de forma casual ni mucho menos, sino que se escogió en base a la presencia de recursos naturales de gran potencialidad: tierras para el cultivo y la ganadería, recursos marinos para la pesca y materiales líticos procedentes de los cercanos ríos Guadalete, Arillo y San Pedro.