El misterio de Laja Alta

La primera representación de barcos de la historia marítima de Cádiz

  Si algo define a nuestra especie es el desafío. Entendemos nuestra experiencia vital como una suerte de camino hacia delante que nunca se detiene, pese a toparse con realidades, circunstancias y elementos que, a priori, nos ponen límites. Uno de esos elementos ha sido el mar. Los mares y océanos cubren la mayor parte de la tierra, son imprevisibles, hostiles y se encuentran, incluso a día de hoy, plagados de secretos. Pero desde las etapas más tempranas de nuestra existencia la especie humana se lanzó a ellos para proyectar sus posibilidades de supervivenciaSi a día de hoy, cuando nos encontramos frente al mar y observamos un buque mercante moderno surcar las aguas, nos sigue pareciendo un auténtico desafío, nos sigue pareciendo una demostración de ingenio, pero también de osadía, ¿qué no sentirían nuestros antepasados más remotos al contemplar el mar?.

  Poneos por un momento en la piel de una persona que hace cuatro milenios estuviese mariscando en las rocas de una playa de Cádiz. Una persona normal que estuviese con su vista observando las lapas, almejas que estuviese recogiendo, cuando de repente un pequeño cangrejo sale de su escondrijo correteando por una piedra cercana y, entonces, eleva la vista y en el horizonte ve una embarcación. Unos desconocidos de parajes lejanos, con extrañas vestimentas y en una nave de aspecto curioso surcan las aguas del Estrecho de Gibraltar.

¿Qué pensamientos y emociones se pasaría por la mente de ese mariscador?. 


"Hablo de un misterio, unas extrañas pinturas. Un “cuadro”, a la manera del actual y genial pintor de batallas Ferrer Dalmau, que, como sus obras, nos cuenta una escena. Nos cuenta una historia. O muchas. Pero con un simbolismo muy arcaico, con un diseño tan esquemático que nos resulta casi criptográfico, pero no por ello deja de ser un testimonio de un valor inmenso".


Erasmo Fenoy. Europa Sur

  Quizás siempre sea un misterio para nosotros. Pero algo podemos conocer, aunque sea apenas una brizna ínfima de luz ante la oscuridad de los milenios, y ese algo nos viene dado por un valioso testimonio gráfico que se conserva en la provincia de Cádiz. No en un lugar cualquiera, pues está muy cerca del que ha sido a lo largo de los últimos milenios uno de los enclaves marítimos más importantes de toda la historia universal: El Estrecho de Gibraltar. Hablo de un misterio, unas extrañas pinturas. Un “cuadro”, a la manera del actual y genial pintor de batallas Ferrer Dalmau, que, como sus obras, nos cuenta una escena. Nos cuenta una historia. O muchas. Pero con un simbolismo muy arcaico, con un diseño tan esquemático que nos resulta casi criptográfico, pero no por ello deja de ser un testimonio de un valor inmenso. Una fotografía en piedra. Una huella de cómo nuestros antepasados, en tiempos tan remotos como el cuarto y tercer milenio antes de nuestra Era, surcaban ya los mares y viajaban conectando tierras lejanas. Hablo de un lugar mágico y muy desconocido para la mayor parte de las personas:

Hablo de las pinturas de Laja Alta.

  Vamos a viajar a uno de esos lugares que en los últimos años se han puesto muy de moda entre las personas que practican turismo rural en nuestra provincia: el Parque Natural de los Alcornocales. En concreto, una ubicación bastante próxima al municipio de Jimena de la Frontera, pueblo que posee unas ruinas de un castillo muy recomendables, dicho sea de paso. Lugar también cercano a Castellar de la Frontera, otro de los must it del turismo de Cádiz.

  Laja Alta no es una cueva como tal, sino un abrigo rocoso, y se encuentra situado, como os digo, muy cerca del Estrecho de Gibraltar, a una altitud de 370 metros sobre el nivel del mar, en la llamada garganta de Gamero, estrecho valle que se abre al cauce del río Hozgarganta, afluente del Guadiaro. La costa se halla a 27 kilómetros del abrigo en línea recta, aunque el litoral no llega a visualizarse desde el enclave.

  De mis excursiones con la facultad, como alumno de la Licenciatura de Historia, guardo siempre el consejo de mis profesores, cuando me indicaban la necesidad de tener siempre conciencia situacional cada vez que nos encontramos en un enclave arqueológico. Se trata de situarnos en el espacio observando y atendiendo a todo punto de interés arqueológico y geográfico que se encuentre en un radio, como mínimo de 25 km a la redonda. Preferiblemente 100. Aunque, evidentemente, cuánto más ampliemos el área, mejor. Por ello, haciendo caso a dicha instrucción, debemos tener presente que Laja Alta no es una estación rupestre aislada, pues en las sierras cercanas hay varios ejemplos con representaciones pictóricas similares. Podemos decir que constituyen un grupo singular, distintivo del resto de manifestaciones del llamado estilo esquemático de la península Ibérica, al mostrar embarcaciones de forma frecuente. Pero, si es importante resaltar que sólo Laja Alta posee una muestra rica y diversa de embarcaciones, pues los otros ejemplos apenas poseen alguna embarcación aislada.

  No faltan algunas embarcaciones a vela como en la Cueva de las Palomas, Abrigo de Huerta de las Pilas o Puerto del Viento. O bien barcos grabados y no pintados, caso de Bacinete. En algún caso, bien pudiera observarse un akroterion o mascarón de proa corniforme, como en el Abrigo de Los Alisos. En cualquier caso estamos ante enclaves que no cuentan con estudios de detalle, sino frecuentemente se trata de poco más que apreciaciones observables de visu, por lo que cualquier conclusión debe abordarse con las necesarias reservas.

  Y en relación, también, con la necesidad que os hablo de relacionar este enclave con otros yacimientos arqueológicos coetáneos de Cádiz, es importante resaltar los restos hallados en las tumbas del yacimiento neolítico de "Campo de Hockey", en San Fernando. Pues entre las piezas descubiertas en los ajuares destacan por su exotismo colgantes de ámbar siciliano que demuestran la existencia de redes de intercambio marítimas desde hace, al menos, 6.200 años.

La pesca


Eddi Etlin
Eddi Etlin

 

 Debemos tener siempre presente que el actual perfil costero no se correspondía con el que vivieron los autores de las pinturas de Laja Alta y todo aquel mundo que representaron. Los actuales ríos del campo de Gibraltar no tenían el nivel de colmatación de hoy día, sino que formaban una amplia red de ensenadas y esteros muy propicios para la pesca de pequeños peces y el marisqueo.

  ¿Qué hizo al hombre prehistórico afrontar el desafío de adentrarse en el mar? Quizás nunca lo sabremos en su dimensión espiritual más profunda. Pero sin duda uno de los motores que mueven los resortes de la audacia humana es la más pura necesidad, por ello, la pesca tuvo mucho que ver con la iniciativa del hombre prehistórico de construir los primeros artefactos náuticos para poder navegar. Ya en el Paleolítico Superior se utilizaba un amplio repertorio de flechas, arpones y anzuelos en las riberas de los ríos y en las zonas lacustres. Pero pronto advirtieron que mar adentro había muchas más posibilidades.

 

 

  Dos hitos esenciales fueron necesarios para el desarrollo de la pesca: por un lado el descubrimiento de las propiedades conservantes de la sal y el aprendizaje sobre cómo obtenerla mediante la evaporación del agua salobre de la marismas. Gracias a la técnica del salazón se haría posible el transporte del pescado a través de largas distancias, además de la desestacionalización del consumo de los productos del mar. Pero el otro gran hito fue el desarrollo de embarcaciones. El hombre prehistórico debió observar la capacidad de flotabilidad de algunos materiales, como los troncos o los juncos, y eso supondría la chispa para iniciar ideas de primitivas naves. Al principio rudimentarios troncos vaciados, luego almadías y esquifes. Los ríos fueron vías de comunicación durante la prehistoria, al principio siguiendo sus cursos vía terrestre, y luego surcándolos y canoas y balsas. Aquí jugaría un papel muy importante el aprendizaje de generaciones y generaciones observando el ritmo natural de mareas, el peligro de las cascadas y el desafío de las corrientes.


 "El hombre prehistórico vivía una relación infinitamente más intensa, cercana y profunda con la naturaleza, y esto se traducía en observarla y aprender sus ritmos, sus cambios y sus códigos".


Frederick Sur
Frederick Sur

  Con el empleo de almadias y esquifes se obtenían peces de mayor tamaño como el besugo, la merluza y la sardina, y se avistaban especies migratorias de mayor tamaño que requieren de mejores y más rápidas embarcaciones con el desarrollo de nuevas tecnologías pesqueras.

  La observación del ramaje caído y bloqueado en los ríos, y su efecto en la retención del caudal del agua y los peces, además de estructuras creadas de forma intencionada por animales como los castores, influirían en la generación de ideas con las que se fueron desarrollando técnicas de pesca como la construcción de paraderos en el cauce de los ríos a partir del Holoceno final. Al principio se tratarían de barreras construidas en el curso de los ríos mediante estacas o cinchados de ramajes. Las piezas cercadas en la empalizada eran finalmente atrapadas a mano o mediante arpones y nasas.

  En zonas de es escasa marea se utilizaron redes de cerco, introducido y arrastradas inicialmente a pie o utilizando animales de tiro. El empleo de embarcaciones para extender el cerco permite ampliar las capturas.

  Una técnica de pesca muy importante, y con diversos testimonios en las costas de Cádiz, es la utilización de los arrecifes para la captura de diversas especies marinas y su adecuación mediante empalizas o muros de mampostería, muy útiles en la pesca de cefalópodos y peces aprovechando las mareas.

  La existencia de corrales de pesca se constata a los largo y ancho de las costas del Golfo de Cádiz, con dataciones que superan los 5.000 años, como así atestigua el petroglifo de Santa Catalina, descubierto en los corrales del Puerto de Santa María.

  El hombre prehistórico vivía una relación infinitamente más intensa, cercana y profunda con la naturaleza, y esto se traducía en observarla y aprender sus ritmos, sus cambios y sus códigos. Y fruto de esa observación fue el aprendizaje de los movimientos de los astros en el firmamento nocturno, lo que le hizo poder predecir el cambio de las estaciones y, haciendo uso del ciclo lunar, acomodar sus actividades al ritmo de las mareas. Al aprender los hábitos estacionales de cada especie, podía organizar sus campañas de pesca mediante nasas y redes de arrastre. Nacía de este modo la técnica de la almadraba, que consistía en apresar las especies atrapadas en el reducto instalado para tal fin, habiéndolos dirigidos previamente a él mediante el acoso con el uso de redes de arrastre.

La navegación


  ¿Cuándo logró el hombre prehistórico surcar los mares por primera vez? Para responder a esta pregunta debemos observar evidencias científicas de poblamiento de lugares para cuyo acceso se hizo indispensable surcar grandes masas de agua. A nivel mundial encontraríamos diversos ejemplos, pero vamos a quedarnos con uno que arroja una cronología muy remota, y es el asentamiento hace más de 100.000 años en la isla de Creta por parte del homo heidelbergensis.

  Antes de que se construyeran naves para transportar mercancías, explorar o invadir territorios, fue la pesca la actividad que motivó la construcción naval. Por ello, la ingeniería naval es heredera de milenios de cultura marinera obtenida por parte de los pescadores.

  En función de los recursos locales, los procedimientos de fabricación evolucionaron para cubrir determinadas necesidades. Las almadías utilizadas fundamentalmente en el transporte, dieron paso a las canoas monóxilas, más rápidas pero de limitado desplazamiento. Las embarcaciones construidas con haces de cañizo, totora o papiro, y las tejidas de mimbre o sauce y forradas de cuero, eran más ligeras y permitían alcanzar mayores dimensiones por lo que su uso se generaliza hasta el mesolítico. Cuando gracias al uso de los instrumentos metálicos, fue posible obtener delgadas tablas de madera partiendo de los troncos de árbol, la tecnología naval dispuso de un material idóneo para la construcción de sólidas embarcaciones, permitiendo de este modo afrontar prolongados periplos y dar inicio a la navegación de altura y con ello al desarrollo del comercio marítimo.

Alan Sorrell
Alan Sorrell

 

  Estamos hablando de las naves primitivas que se utilizaban, pero no hemos hablado de infraestructuras para su uso, como muelles o pantalanes. Y es que, en épocas tan remotas, el montaje y mantenimiento de las embarcaciones se realizaba de forma artesanal en cualquier playa de la ribera. Los atraques se hacían varando la nave en tierra, sin necesidad de instalaciones para protegerlas de las mareas. Dichos elementos no harían aparición hasta el inicio de las Guerras Púnicas, cuando la creación de flotas comerciales y de guerra hizo necesario desarrollar estructuras marinas que protegieron tales elementos estratégicos.

  Las rías constituyeron durante muchos siglos el refugio natural de las pequeñas embarcaciones pesqueras, aprovechando el flujo ascendente de las mareas para aterrarse en los resbaladeros.

  Solo cuando la costa carece de abrigos naturales o la intensidad del tráfico y el calado de las embarcaciones lo justifica, se procedía a la construcción de un dique de carga. Por lo general se trata de un simple espigón que se adentra en la mar para garantizar la flotabilidad en el atraque durante la bajamar.


"Laja Alta es uno de los testimonios más antiguos y completos que se conocen de aquel amanecer de la cultura talasocrática del Mare Nostrum".


  En la cuenca mediterránea el desarrollo de la navegación jugó un papel decisivo en la expansión de la cultura de occidente. No se trataba sólo de transportes de alimentos, personas o mercaderías, ya que en esas primitivas y anecdóticas naves comenzaron a viajar ideas y formas de vida. Se empezó a tejer eso que llamamos cultura mediterránea. Y Laja Alta es uno de los testimonios más antiguos y completos que se conocen de aquel amanecer de la cultura talasocrática del Mare Nostrum.

  El transporte de cargas a gran distancia debió realizarse en tiempos de bonanza, aprovechando los vientos de levante para navegar al Oeste y las brisas de poniente para regresar, utilizando los remos para mantener el rumbo en las condiciones de calma y para realizar las maniobras de acostaje.

  La vela cuadrada utilizada en el mediterráneo viene sujeta a una verga que cuelga de un pequeño mástil colocado a un tercio de la proa, y de tamaño menor que la eslora del barco, ya que con frecuencia permanece abatido para facilitar las maniobras. hacia la popa. Este aparejo permite navegar recibiendo vientos de cola, pero su empleo sólo resultaba decisivo cuando el viento sopla a favor. Con viento de través su eficacia es escasa como consecuencia de la importante deriva a la que se somete la ligera embarcación sin orza ni quilla, lo que obliga a abatir a sotavento y al empleo de los remos.

 

 Las maniobras de viraje y acostada se realizan siempre a remo y con el aparejo abatido para facilitar el trabajo de los remeros. Tanto la verga como el mástil podían acomodarse al centro, amarrados en la proa al prótomo.

Análisis de las pinturas


Revista Complutum
Revista Complutum

   Las pinturas del abrigo de Laja Alta muestran escenas navales realizadas, muy probablemente, durante el Calcolítico, 700/1000 años a.c. en unos tiempos en los que el intercambio con los pueblos que procedían del oriente mediterráneo se desarrollaba fundamentalmente en verano.

  Tanto para el comercio de cabotaje como para la pesca se solían usar naves impulsadas a remo, auxiliadas por una vela de arrastre cuando soplaba el viento a favor.

  En su conjunto las pinturas del abrigo muestran la intervención de diversos autores a lo largo de un dilatado periodo de tiempo, tanto por la diversidad de estilos y motivos, como por la diversidad de técnicas y métodos utilizados.

  El abrigo de la Laja Alta presenta una variada y curiosa secuencia narrativa, pues el panel aparece dividido en diferentes áreas con distribución horizontal. Los símbolos esquemáticos, probablemente los de mayor antigüedad, ocupan la parte superior del abrigo, donde se hallan también representados, antropomorfos, estelados y oculados, realizados mediante pastas de óxido de hierro, aplicadas a dedo y a pincel, si bien en algún caso se aprecia alguna superposición utilizando carboncillo. La existencia de un asterismo y varios oculados podría guardar relación con el carácter astrológico que atribuimos al emplazamiento del abrigo.

  Uno de los oculados nos llama poderosamente la atención, Se trata de una magistral representación de una auténtica máscara carnavalesca, cuya relación con los ídolos oculados y su vinculación con las celebraciones de la llegada de la primavera parece aquí confirmada por el carácter de observatorio equinoccial de que goza la localización del abrigo. Desde esta perspectiva cabe considerar las múltiples correlaciones que el hombre prehistórico pudo establecer entre el ojo y el astro solar y que cabe establecer cuando, en el amanecer del equinoccio, el sol culmina el tránsito entre las dos caras de la montaña.

 


 "Visto en su conjunto, las representaciones de embarcaciones de Laja Alta indican una cierta diversidad morfológica dentro de una tecnología naval primitiva o arcaizante".


Oculado. Revista Almoraima
Oculado. Revista Almoraima

 

 Por lo que respecta a las figuras situadas en el zócalo inferior, relacionadas todas ellas con actividades marítimo-pesqueras, identificamos la mano de un ejecutor único que utiliza dedos, brochas y pinceles de tamaño predeterminado, para entrar con detalle en la descripción de naves y aparejos. Resulta bastante curioso contemplar cómo están representadas, pues fueron dibujadas en perspectiva, como observadas desde un acantilado costero. De hecho, las irregularidades del soporte han sido aprovechadas para encuadrar escenas de gran realismo, poniendo en evidencia que el autor ha presenciado y conoce bien las maniobras de pesca.

   Las pinturas son, en su conjunto, un testimonio etnográfico de primer orden, pues se describen actividades pesqueras desarrolladas por la población aborigen tarteso-turdetana, a la que debemos atribuir tanto las labores de pesca como las tecnologías utilizadas en la captura y salazón del pescado.

 

 

Revista Complutum

Proyecto "Arbora IV"
Proyecto "Arbora IV"

  Un elemento que debemos destacar de las naves representadas es el aplustro de la popa, elemento común en la construcción naval del mediterráneo y que aparece ya representado en grabados que datan del inicio de las dinastías faraónicas (-5000 años). Dicho elemento permite el amarre de la nave y facilita su arrastre en tierra ya que actuando como una polea móvil reduce el esfuerzo de tracción. Una de las proas presenta un prótomo, que no aparece en la otra a causa del desprendimiento de la roca. Este elemento sirve para fijar y enrollar la soga del ancla, y con este diseño, facilitar su lanzamiento a la mar. 

  El tratamiento de imágenes nos permite reconocer una serie de detalles sobre los cascos de las naves, lo que refuerza una interpretación indicada por otros autores considerando que la mayoría están hechas de haces de tallos vegetales anudados.

  El hecho de que todos los barcos tengan la popa levantada, refuerza la idea de la construcción naval con material vegetal fibroso y flexible con sus extremos firmemente atados. Este tipo de perfil de popa es muy común en las representaciones de cerámicas del III milenio a.C. en el Mediterráneo oriental.

  Las altas popas son un elemento funcional ya que con mar intensa, la embarcación se inclina empujada por el viento y puede aproarse al viento. Al mismo tiempo la popa alta debe ser equilibrada por la proa, pero ésta podría estar representada de una manera un tanto exagerada en cuanto a su tamaño real, dado que una proa alta de dimensiones similares a la popa anularía este efecto de orientación a la componente del viento y favorecería una deriva excesiva en caso de condiciones climáticas desfavorables. Contrariamente a las popas, las proas son variables.

  El elemento principal de los buques de Laja Alta es la aparición de mástil (único, bípode o trípode) con vela y jarcias.  El remo es el otro sistema de propulsión, aparece en cuatro embarcaciones (nº 15, 16, 26 y 27). En tres de estos casos (nº 15,16 y 27), los remos se combinan con una vela. Estos remos se representan con líneas oblicuas simples en la posición de remo.

  Visto en su conjunto, las representaciones de embarcaciones de Laja Alta indican una cierta diversidad morfológica dentro de una tecnología naval primitiva o arcaizante.

 

El "Arbora IV" es un barco que se construyó para demostrar que los egipcios pudieran comerciar en naves construidas en papiro con enclaves del Mar Negro a fines del Neolítico.

  Podemos considerar las pinturas un verdadero catálogo de embarcaciones dentro de una arquitectura naval semejante y, por tanto, de un mismo periodo cronocultural, hecho ya afirmado. Esta conclusión se ve reforzada por elementos comunes y las variantes que aparecen en cada embarcación.

  La escena marítima se ve completada con la presencia de un motivo cuadrangular. Tres naves aparecen junto a él y una cuarta está ubicada en su interior. La variedad de buques representados permite formular la hipótesis a los investigadores de una flota de embarcaciones impulsadas a vela y remo junto a botes sólo con remos, siempre de menor tamaño. Además, la ubicación de las representaciones indica una intención escenográfica.

  La presencia de cascos hechos con haces vegetales atados es una característica del arcaísmo en las embarcaciones de cierto porte, cómo es posible que sea el caso de Laja Alta. A partir del III milenio a.C., estos materiales se limitaban a pequeñas embarcaciones para actividades de pesca o transporte, pero con uso muy marginal o local. Este tipo de construcción de casco ha sobrevivido hasta el siglo XX en algunas partes del Mediterráneo, como Cerdeña y Corfú. Los haces pronto fueron reemplazados por la madera.

  Asimismo, la presencia de mástil bípode, y posiblemente trípode, es también un rasgo de antigüedad. Estos mástiles están relacionados con las barcas de haces ya que sólo son eficaces para el viento a popa. Dichos mástiles abundan en barcos fluviales egipcios datados tanto en época predinástica como durante el Reino Antiguo Naqada III

  Un mástil bípode es útil en el régimen de viento constante que existe en el valle del Nilo, con un viento septentrional permanente que se utilizó para remontar el río. Éste y el mástil trípode desaparecen en las representaciones del final del Reino Medio (c.1793 a.C.) siendo substituido por el de palo único en barcos fluviales. Como hemos indicado, el mástil único también fue utilizado durante en el Reino Antiguo, aunque su representación es escasa hasta IV y V dinastías (c. 2504-2166 a.C.) La aparición del mástil único indica el conocimiento de la navegación marítima y la comprensión de la dinámica de los vientos variables.

 

  En todo caso, la presencia de mástiles bípodes en Laja Alta apoya su arcaísmo. Estas embarcaciones corresponderían con un período en que la tecnología naval está cambiando. Los primeros modelos de propulsión a vela todavía permanecen, pero las innovaciones náuticas ya están presentes, de ahí la variedad de barcos.

Algunas pinturas en detalle


Revista Almoraima
Revista Almoraima

 

 

 

 

 

Jinete y cabalgadura arrastrando un cajón o carro. La imagen, aunque esquemática, presenta un curioso dinamismo. La cabeza del caballista parece cubierta, y por encima se aprecia una prolongación de trazo difuso; quizá pueda ser una pica o bichero.

 

 

Revista Almoraima
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El Recinto, está dibujado mediante un trazo grueso y cargado de color. En el vértice superior derecho figura un mástil drapeado o noray. Un desprendimiento de la roca nos impide constatar si el recinto disponía de algún tipo de acceso que pudiera configurarlo como un edificio o dársena portuaria, algo que nos parece poco probable. Por otro lado la posibilidad de que una puerta o bocana pudiera estar localizada precisamente en la franja desprendida de la roca, resulta matemáticamente poco probable (< 10%), razón por la cual consideramos al recinto como cerrado. Es decir, ante el misterio de si había o no una bocana, no queda más que tirar de lógica: mucha casualidad sería que el trozo que se ha desprendido fuese justo lo que buscamos, ¿verdad?. O quién sabe si la casualidad obró así de caprichosa...

  Lo que si está más claro es que en el borde inferior se distingue una embarcación dibujada con esmero. ¿Qué puede ser, entonces, este dibujo? Pues hasta mejores argumentos, estimamos que se trata de un corral de pesca, emplazado al borde de un arrecife costero.

 

Revista Almoraima
Revista Almoraima

 

 

 

Lancha navegando a vela, con obenques y un aparatoso aparejo de cofa. Presenta bancadas o quizá cuadernas y navega sin remos. El desprendimiento de la roca ha hecho desaparecer la roda, pero su proa levantada le confiere un aspecto de nave mayor, pero sin cubierta. También aquí destaca sobre la roda, el exagerado penacho del aplustro. 

 

 

IV/ Barco redondo (galera). El barco está dotado de un mástil con motón y jarcia muerta: dos estayes de proa y dos obenques al costado y a popa. Se presenta visto de perfil, carece de remos y debe tener abatida la verga, lo que pone en evidencia que se encuentra fondeado. Su popa es redonda, apuntando un casco ancho y sin mayor detalle. El pigmento utilizado en el dibujo difiere del utilizado en los restantes grabados, destacando por su tonalidad y consistencia. 

 

V/ Lancha de pesca. Justo debajo nos encontramos con una embarcación navegando a remo y con el velamen terciado. Identificamos el mástil, sujeto a proa por un estay y la verga, con la vela cuadra en posición de través, recibiendo un viento flojo que sopla por la aleta de babor, con las escotas hacia la popa y la driza amarrada al centro. No se encuentra representada otro tipo de jarcia, lo que parece lógico dadas las características de la embarcación. Cuenta con ocho remos y una espadilla. La proa se adorna con una roda alzada (prótomo), siguiendo el modelo de las góndolas venecianas y en la popa luce un ostentoso aplustro cuyo tamaño se encuentra probablemente magnificado. Navega sobre una línea de agua prefigurada por la grieta que da también soporte a la escena del carro. Ambas trazas confluyen al borde del recinto. También aquí se perciben manchas difusas sobrepuestas al aplustro, y que suponemos añadidas por el autor de la nave IV.

 

VI/ Lancha de pesca. Una tercera lancha de igual traza y diseño, pero de menor tamaño y sin arboladura, aparece por debajo y como apareada con la anterior. Distinguimos siete remos y el aplustro sobre el codaste. En su proa no aparece mascarón, del que probablemente se vio privada

como consecuencia del desprendimiento de la roca en la zona contigua. Al margen del tamaño en el que se encuentran representadas, la semejanza entre las naves V y VI es evidente, sin más que considerar el número de remos que exhiben y la identidad de forma y proporciones.

La embarcación V navega a bolina, utilizando todos los medios de propulsión a su alcance con el fin de mantener la máxima velocidad. Su pareja VI prescinde de todo aparejo para completar sin estorbo una virada rápida.

Datación


  La datación de las pinturas de Laja Alta ha sido (y lo continúa siendo) todo un reto para los investigadores. El esquematismo que presentan, el estado deteriorado de parte del panel, la mezcla confusa de estilos y, sobre todo, la singularidad del lugar y falta de fuentes históricas que den respaldo, hacen muy ardua la tarea de establecer una cronología definida.

  En un principio, los especialistas han determinado que en las pinturas se pueden contemplar escenas navales realizadas durante el Calcolítico, entre el 700/1000 a.n.e., en tiempos en los que el intercambio con los pueblos venidos del oriente mediterráneo se desarrollaba fundamentalmente en verano. Pero hay mucho más.

  Pues parte de los investigadores creen que puede haber presencia de naves cartaginesas, o incluso de épocas mucho más recientes, como la Edad Moderna. Se ha observado y analizado al milímetro cada elemento de las naves para intentar catalogarlas, pero es complejo tener una idea clara y definida. Por ello, hay investigadores que apoyan la tesis de que son naves fenicias y púnicas, y otros creen que las pinturas muestran tradiciones de un mundo indígena pretartésico al identificar una arquitectura naval mucho más arcaica.

 

  Ha habido dos análisis muy importantes, una mediante microdatación del pigmento y otro mediante termoluminiscencia, realizado en fragmentos de cerámica de cocción reductora y elaborada a mano encontrada en el nivel arqueológico descubierto al realizar la zanja para instalar la reja que protege las pinturas. Finalmente, la fecha obtenida revela el uso del sitio en la segunda mitad del IV milenio a.C. La probabilidad de obtener dos dataciones dentro de un mismo milenio es bastante baja, de ello deducimos que este rango de coincidencia no es azarosa, indica la recurrencia del lugar en estos momentos. Por lo tanto, las dos fechas obtenidas sitúan el uso de Laja Alta en un mismo periodo cronológico hasta ahora no valorado.


"La datación de las pinturas de Laja Alta ha sido (y lo continúa siendo) todo un reto para los investigadores. El esquematismo que presentan, el estado deteriorado de parte del panel, la mezcla confusa de estilos y, sobre todo, la singularidad del lugar y falta de fuentes históricas que den respaldo, hacen muy ardua la tarea de establecer una cronología definida".


 Infografía del documental "El neolítico. Puerta de la civilización"
Infografía del documental "El neolítico. Puerta de la civilización"

En general, los autores que han estudiado estas pinturas las consideran fruto de los contactos entre nativos “andaluces” y fenicios y griegos, situándolas así en una época que iría del Bronce final al principio del Hierro.

  El arte esquemático, que viene siendo atribuido al neolítico autóctono, podría hacer corresponder las pinturas del abrigo al periodo Calcolítico, datable en torno al 2.000 a.n.e. en tanto que los oculados aparecen ya desde el III milenio, asociados a la cultura megalítica. El conjunto de naves debería corresponder a la edad de bronce, periodo en el que tiene lugar la paulatina colonización de la costa meridional de la península, si las representaciones se corresponden con embarcaciones egipcias, fenicias o griegas. En tal caso la cronología del conjunto podría ser cifrada entre el III y I milenio a.n.e.

 

  Hay dos elementos representados que han servido de guía para poder dar una datación aproximada: uno son los ídolos oculados y otro la presencia de navíos a vela. Elementos que arrojan cronologías muy dispares, pero esto se ha intentado entender mediante la posibilidad de que los ídolos oculados hubieran pervivido hasta el Bronce Final en el imaginario de los pueblos que realizaron las pinturas. Quizás hubo un uso del abrigo rocoso a lo largo de varios milenios, quién sabe si simbólico o no.

  En realidad, la dualidad de oculados versus embarcaciones refleja la dualidad de tesis que defienden los investigadores indígenas versus extranjeros, es reflejo del paradigma colonial que se estaba aplicando en todas estas formulaciones.

  Los oculados son un indicador cronológico-cultural que ha sido muy tenido en cuenta para ubicar a los autores de las pinturas. Aunque siempre hay que tener presente que esta muestra pictórica es, muy probablemente, el resultado de un palimpsesto transcultural desarrollado a través de los siglos.

  Por ello, resaltan la presencia de códigos simbólicos de tipo antropomorfos ancoriformes y pectiniformes, junto con las embarcaciones. Estos símbolos se vinculan con contextos megalíticos del Neolítico Reciente y de la Edad del Cobre.

 

 


Conclusión personal

Juego de PC Age of Empires I
Juego de PC Age of Empires I

"Laja Alta aparece frente a nosotros como un grito profundo y atávico que nos invita a mirar a un mar milenario, y a un enclave mágico como es el Estrecho de Gibraltar"


  Aquello que nos fascina durante la infancia y la adolescencia, muy seguramente, será aquello que nos fascine durante el resto de nuestras vidas. Aunque esa fascinación vaya evolucionando y madurando adquiriendo una mirada más lúcida y racional. Corría el año 1998, yo tenía 12 años, es decir, hace ya casi un cuarto de siglo, cuando me senté frente a un ordenador a jugar al Age of Empires. En concreto, su primera versión, en la que podías escoger entre civilizaciones del Mediterráneo oriental, en un arco cronológico que iba desde el Paleolítico hasta la Edad de Hierro. Entre ellas estaban los minoicos, los griegos, los fenicios, los babilonios o los sumerios. No me extenderé más en describir el juego, pues podría dedicarle muchos párrafos. Pero lo que sí os diré es que ese juego fue muy importante en el interés y la fascinación que comencé a sentir por la Historia

  Hoy, cuando leo sobre las pinturas de Laja Alta y sus misterios, no puedo evitar acordarme de este juego. Sobre todo, cuando construía flotas de barcos arcaicos, como los que aparecen en las pinturas del curioso enclave. Al final uno siempre vuelve al lugar donde partió, ¿no es cierto?. Qué duda cabe que hay algo de cíclico en la existencia humana.

  Laja Alta no es un mural rupestre cualquiera. Laja Alta es un testimonio gráfico de un valor inmenso. Es un portal que nos invita a viajar en el tiempo para poder aprender y conectar ideas sobre cómo se navegaba en los albores de la cultura mediterránea. Pues épocas como el Neolítico o el Calcolítico son esenciales para comprender las raíces de nuestras regiones históricas, pero poseemos muy poca información. Muy pocos restos. Apenas unas trazas con las que recomponer el puzzle.

  Pero en esa neblina de milenios, Laja Alta aparece frente a nosotros como un grito profundo y atávico que nos invita a mirar a un mar milenario, y a un enclave mágico como es el Estrecho de Gibraltar.

  Espero que gracias a este artículo despierte en ti, lector, la misma curiosidad y la misma fascinación que yo siento sobre cómo debían navegar los pueblos de aquellos tiempos. Y espero, sobre todo, que descubrir joyas como Laja Alta nos lleve a ser conscientes de que no ocupamos cualquier lugar en el globo terráqueo, sino uno muy importante para comprender cómo fueron las civilizaciones del antiguo Mediterráneo, y cómo el hombre se aventuró a lanzarse al mar en busca de riquezas, tierras y sueños.


Bibliografía

- Miguel Francisco Martín Goerg y Carolina Martín Arrázola. "Escenas de pesca en Laja Alta. Aspectos técnicos observados en el abrigo de Laja Alta y en el escenario de sus pinturas rupestres". Revista Almoraima 42, 2011.

 

- Miguel Francisco Martín Goërg Carolina Martín Arrázola. "Embarcaciones íberas en Laja Alta".

 

- Antonio Morgado; Eduardo García-Alfonso; Luis F. García del Moral; José A. Benavides; Francisco J. Rodríguez-Tovar; José A. Esquivel. "Embarcaciones prehistóricas y representaciones rupestres. Nuevos datos del abrigo de Laja Alta (Jimena de la Frontera, Cádiz)". Revista Complutum, 2018.

 

- Antonio Casado Puerto / AGEDPA - APAS. "La Laja Alta: revisión y propuestas de protección". Almoraima. Revista de Estudios Campogibraltareños. Número 51.

 

- Blanca SAMANIEGO BORDIU Museo Arqueológico Nacional. "Representaciones rupestres de barcos mediterráneos en relación con el paleopaisaje costero gaditano (Cádiz, sur de España). Complutum, 2007.